jueves, 13 de abril de 2017

Mariano Picón Salas y la Semana Santa merideña en Viaje al Amanecer


La obra Viaje al Amanecer de Mariano Picón Salas tiene su primera edición en México en 1943. Posteriormente se ha editado en 1948, 1959, 1962, 1963, 1969, 1980, 1984, 1993, 2001 y 2002 a las que se agregan, las que más conocemos, la realizada por la Asamblea Legislativa del Estado Mérida en ocasión de los 423 años de la fundación de la Ciudad de Mérida en 1981, la de Monte Ávila en 1987, la del Fondo Editorial Solar en 1993 y la menos conocida la edición en francés Voyage au point du jour.
 
Viaje al amanecer fue, según el propio autor, un acto de liberación de los fantasmas merideños que lo perseguían. Está compuesto por veintidós relatos cortos, mediante los cuales se construye su vida y el ambiente en el cual se desarrolla su tránsito de la niñez a la adolescencia, recreado en escenas, eventos, episodios de la Mérida en las primeras dos décadas del siglo XX.
 
Según Guillermo Sucre en el prólogo a la edición de Monte Ávila (1987) Picón Salas “se deja llevar por la aventura misma del pasado; todavía es ese niño curioso de los que se quedan escuchando aquellas conversaciones de Historia que son tan frecuentes en las tertulias merideñas” y precisamente de esa “aventura del pasado” extraemos el que refiere sobre la Semana Santa merideña de sus vivencias.
“Oscura y ventosa, después de San José, suele entrar la Semana Santa. Los merideños  recuerdan que cierto jueves Santo, después de la ceremonia del lavatorio, la tierra se abrió estentóreamente, tragándose un obispo, media docena de canónigos, numerosos diáconos y ,subdiáconos y millares de fieles inocentes. Lo que ocurrió en el terremoto del año 12 es materia de muchas tradiciones locales. Y en las pláticas de cuaresma, junto a los altares cubiertos de luto morado, pasaba otra vez esa emoción medrosa.
 
‘¿Cumpliste con la Iglesia?’, inquirían las gentes unas a otras.
Hasta en nuestras manos de niños ponían unos viejos devocionarios
españoles donde la suerte de los réprobos que pecaron y no cumplieron con la Iglesia, se narraba en ejemplos terroríficos. Y acaso esos ejemplos, esos combates de Dios y el diablo, que en mi recuerdo se funden con las pesadas comidas de Semana Santa (comida de Atún, de aceitoso bacalao, de ‘escabeche’ de Maracaibo), me provocaban angustiosas pesadillas. El diablo de los ‘ejemplos’ estaba allí, en mi cuarto, moviendo sus alas de vampiro nocturno.
 
En muchas de esas historias el diablo impalpable se lleva a sus víctimas en la más alta noche saltando por la ventana, abriendo invisibles grietas en el techo y dejando tras de sí un vaho de pronunciado azufre. Lo que en realidad se lleva es nuestra alma, y para conducirla no importa que las puertas permanezcan cerradas. Al otro día podemos estar muertos y como carbonizados en nuestra cama, mientras el alma vaga por los espacios. Y después del terror de la noche uno se despertaba con gran deseo de confesarse. Ya sabíamos cómo el grave Padre Morales, asustándonos con la segunda persona del plural, iniciaba siempre sus confesiones: ‘Decidme cómo pecasteis, en pensamiento, palabra y obra’. Por eso, después de aquel túnel tétrico de la Cuaresma y la Semana Santa, la Pascua de Resurrección entraba con tanto regocijo”
 
Fuentes Consultadas:
Mariano Picón Salas. Viaje al amanecer. Mérida, Venezuela: Ediciones Solar, 1993. pp.7-8.
------------------------. Autobiografias. Caracas, Venezuela: Monte Ávila Editores, 1987. pp. XI.
Rafael Ángel Rivas Dugarte, Gladys García Riera. Diccionario de escritores merideños: Humanidades y Ciencias Sociales. Mérida, Venezuela: Arquidiócesis de Mérida, Archivo Arquidiocesano de Mérida, 2014.
Imágenes: Archivo Lampos Merideños/Google. imágenes.com
 
 
 
 
 
 

 

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