La ciudad de
Mérida para el cuarto quinquenio del siglo XX no se diferenciaba mucho de la
ciudad de mediados del siglo XIX, se extendía desde la Plaza de Milla hasta,
donde está hoy, el Parque Glorias Patrias, dividida en cuatro parroquias
urbanas: Sagrario, Milla, Arias o Belén y El Llano. Contaba con ocho calles
longitudinales (hoy llamadas avenidas) y veintitrés transversales, sus calles lucían aún la alfombra
esmeraldina de la yerba, que tramaba los cantos del pavimento. Las aceras de
flojos ladrillos mostraban el verdín de la humedad trasmitida por la niebla
bajada con el atardecer.1 Sus casas edificadas de tapia y teja
con anchos aleros, predominando en la
construcción de las casas más espaciosas la forma interior del claustro, con
patio hermoso, plantado de bellos arbustos y preciosisímas flores, con
pavimentos de ladrillos.2
Sobresalían unas pocas edificaciones construidas de estilo más moderno
adornadas en su exterior, con bellas cornisas, como el Palacio Municipal
construido en 1883; la casa de los Picón que le fue levantado el segundo piso en
1889; durante la primera década del siglo XX se construyeron dos casas dignas de mención, como lo apunta Tulio
Febres Cordero en sus Memorias,
escritas en 1910: la casa de don José de
Jesús Dávila, espaciosa, elegante y muy sólidamente construida; y la de doña
Josefa Anselmi de Carnevali, notable por su nuevo estilo y la azotea, toda
hecha con gran primor, dirigida por su cuñado D. Arístide Parilli B. Igualmente
la casa donde vivió el coronel Antonio Rangel, prócer de la independencia y
otras adyacentes habían sido reedificadas.
Los edificios públicos,
eclesiásticos y la Plaza Bolívar lucían casi igual a las intervenciones y
reparaciones realizadas al año siguiente
del terremoto de 1894. En 1895 para la celebración de la Apoteosis de Sucre, la
Plaza Bolívar deja de ser lugar para funcionamiento del mercado, el mismo es
trasladado a un edificio que se venía construyendo desde 1886 en los espacios
donde estuvo el Convento de las Clarisas; este edificio fue destruido en la
década de 1940 y construido uno nuevo, que funcionó hasta 1987 cuando un
incendio lo destruyó. La plaza Bolívar es transformada en una verdadera plaza,
como la caraqueña de 1874 .Por decreto del
20 de agosto de 1895, se procede a la “composición y embellecimiento” de la
plaza, bajo la dirección del ingeniero Pedro Dávalos y Lissón. Se diseñó un
paseo circular alrededor de la fuente y se definieron avenidas internas que van
de una esquina a otra y de un costado a otro de la plaza, en correspondencia
con los ejes cardinales. El espacio restante, con definidas formas geométricas,
consecuencia de la división practicada, se destinó para ser adornado con flores
y árboles.3A los pocos años la plaza se encontraba en pleno
abandono; para 1912 en la prensa se clama por una verja de hierro para proteger la plaza de los
animales que vagan por la ciudad y que sustituya la existente de alambre.4
Para
1916 comenta Mariano Picón Salas en su periódico Labores juveniles, que la plaza se hallaba completamente a oscuras
y no contaba con escaños por lo que, exhorta a las autoridades a colocar unos
como los instalados en la plaza de Milla y el Llano.
La Catedral que
había sufrido gran deterioro a causa del terremoto de 1894, fue reedificada en 1895
y construida nueva fachada, se le agrega la segunda torre en 1907. El Palacio
Episcopal, el Seminario, el Museo Diocesano ubicados en la manzana de la
Catedral también fueron reedificados durante la primera y segunda década del
siglo XX.
La Universidad
funcionaba en la vieja casona del antiguo Seminario de Buenaventura de Mérida,
durante muchos años fue sometida a varias transformaciones y reparaciones. En
1915 fue inaugurado el Salón de Actos públicos, (hoy Auditorio “César Rengifo”)
por el rector Dr. Ramón Parra Picón, construcción que había iniciado dos
décadas antes su padre el Rector Dr. Caracciolo Parra y Olmedo.
El gobierno del
estado funcionaba en la parte alta del edificio del Cuartel y la cárcel
pública, construido entre 1841 – 1847 por los hermanos Juan de Dios y Gabriel Picón
González, donde está hoy el Palacio de gobierno. Así mismo, para 1916 existían
los monumentos a Sucre, Páez, Miranda, Colón, las Columnas a Bolívar y Páez y
en el recinto de la Universidad el monumento al Canónigo Uzcátegui.
Notas y bibliografía
1Mario Briceño-Iragorry. Mérida la hermética. Mérida: Gobernación
del Estado Mérida, 1997. p 254
2Tulio Febres Cordero. Clave histórica de Mérida. 2da.edición.
Mérida: Universidad de Los Andes, 2005. p 83.
3 Christian Páez de Rivadeneira. La plaza mayor de Mérida. Historia de un
tema urbano. Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1992. pp 83-84.
4 El Pueblo. Mérida, No 77; (1912, julio
20)
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