La
obra Viaje al Amanecer de Mariano
Picón Salas tiene su primera edición en México en 1943. Posteriormente se ha
editado en 1948, 1959, 1962, 1963, 1969, 1980, 1984, 1993, 2001 y 2002 a las
que se agregan, las que más conocemos, la realizada por la Asamblea Legislativa
del Estado Mérida en ocasión de los 423 años de la fundación de la Ciudad de
Mérida en 1981, la de Monte Ávila en 1987, la del Fondo Editorial Solar en 1993
y la menos conocida la edición en francés Voyage au point du jour.
Viaje
al amanecer fue, según el propio autor, un acto de liberación de los fantasmas
merideños que lo perseguían. Está compuesto por veintidós relatos cortos,
mediante los cuales se construye su vida y el ambiente en el cual se desarrolla
su tránsito de la niñez a la adolescencia, recreado en escenas, eventos,
episodios de la Mérida en las primeras dos décadas del siglo XX.
Según Guillermo
Sucre en el prólogo a la edición de Monte Ávila (1987) Picón Salas “se deja
llevar por la aventura misma del pasado; todavía es ese niño curioso de los que
se quedan escuchando aquellas conversaciones de Historia que son tan frecuentes
en las tertulias merideñas” y precisamente de esa “aventura del pasado”
extraemos el que refiere sobre la Semana Santa merideña de sus vivencias.
“Oscura
y ventosa, después de San José, suele entrar la Semana Santa. Los
merideños recuerdan que cierto jueves
Santo, después de la ceremonia del lavatorio, la tierra se abrió
estentóreamente, tragándose un obispo, media docena de canónigos, numerosos
diáconos y ,subdiáconos y millares de fieles inocentes. Lo que ocurrió en el
terremoto del año 12 es materia de muchas tradiciones locales. Y en las
pláticas de cuaresma, junto a los altares cubiertos de luto morado, pasaba otra
vez esa emoción medrosa.
‘¿Cumpliste
con la Iglesia?’, inquirían las gentes unas a otras.
Hasta en nuestras manos de
niños ponían unos viejos devocionarios
españoles donde la suerte de los
réprobos que pecaron y no cumplieron con la Iglesia, se narraba en ejemplos
terroríficos. Y acaso esos ejemplos, esos combates de Dios y el diablo, que en
mi recuerdo se funden con las pesadas comidas de Semana Santa (comida de Atún,
de aceitoso bacalao, de ‘escabeche’ de Maracaibo), me provocaban angustiosas
pesadillas. El diablo de los ‘ejemplos’ estaba allí, en mi cuarto, moviendo sus
alas de vampiro nocturno.
En muchas de esas historias el diablo impalpable se
lleva a sus víctimas en la más alta noche saltando por la ventana, abriendo
invisibles grietas en el techo y dejando tras de sí un vaho de pronunciado
azufre. Lo que en realidad se lleva es nuestra alma, y para conducirla no
importa que las puertas permanezcan cerradas. Al otro día podemos estar muertos
y como carbonizados en nuestra cama, mientras el alma vaga por los espacios. Y
después del terror de la noche uno se despertaba con gran deseo de confesarse. Ya
sabíamos cómo el grave Padre Morales, asustándonos con la segunda persona del
plural, iniciaba siempre sus confesiones: ‘Decidme cómo pecasteis, en
pensamiento, palabra y obra’. Por eso, después de aquel túnel tétrico de la
Cuaresma y la Semana Santa, la Pascua de Resurrección entraba con tanto
regocijo”
Fuentes
Consultadas:
Mariano
Picón Salas. Viaje al amanecer. Mérida, Venezuela: Ediciones Solar, 1993. pp.7-8.
------------------------.
Autobiografias. Caracas, Venezuela: Monte Ávila Editores, 1987. pp. XI.
Rafael
Ángel Rivas Dugarte, Gladys García Riera. Diccionario de escritores merideños:
Humanidades y Ciencias Sociales. Mérida, Venezuela: Arquidiócesis de Mérida, Archivo
Arquidiocesano de Mérida, 2014.
Imágenes: Archivo Lampos Merideños/Google. imágenes.com
Imágenes: Archivo Lampos Merideños/Google. imágenes.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario