Cuatro cosas hay en Mérida que causan admiración, las flores y las muchachas, el agua y el papelón.
La
ciudad de Mérida, además de su nombre propio o geográfico, ha sido llamada por
diferentes nombres en su devenir histórico de acuerdo a las características muy
particulares que la han distinguido en diversas épocas. Así nos encontramos con
una pluralidad de nombres, a saber: ciudad de los Caballeros, ciudad de la
Sierra Nevada, ciudad de las Cien Lagunas, ciudad del Albarregas, ciudad de Los
Naranjos y ciudad de Las Flores.1 También
se le ha denominado la ciudad de las Nieves Eternas, la ciudad Turística y Estudiantil,
la ciudad Universitaria, la ciudad más limpia de Venezuela, Mérida ciudad de
altura, entre otras.
Antes
de la transformación urbana de la ciudad de Mérida durante las décadas de 1940
a 1960, predominaban las casonas espaciosas con patios interiores plantados de
bellos arbustos y preciosas flores, y en los campos se cultivaban sin esfuerzo
y en gran cantidad las azucenas, calas y claveles.
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Jardín en la hacienda La Isla de José Ignacio Lares. |
Según
relata don Tulio Febres Cordero
“En
el patio de una sola casa, la del señor don Constantino Valeri, había en 1922
veintiocho clases de rosas distintas en plena florescencia; y en 1923 se le
contaron a uno solo de los rosales que embellecían la Plaza Bolívar mil
trescientas ochenta y seis flores. La ciudad se ha dado el lujo de levantar en el
año de 1895, en la Plaza Bolívar una torre de tres cuerpos y veinticinco pies
de altura, toda de flores naturales. Las campanas eran de frailejón amarillo
color de bronce. También por aquellos años en que las flores no eran artículos
de comercio sino de regalo, se construyó una capilla en la misma plaza, cuyas
paredes y techo eran de flores naturales, con la capacidad suficiente para
contener al Obispo, al Cabildo y demás clero oficiantes en la ceremonia del
Corpus. Entre las flores que más abundan figuran las azucenas, los claveles y
los pensamientos. En los lugares más fríos estos últimos bordan las orillas de
las acequias como si fueran grama o maleza. Los patios y huertos de nuestras
antiguas casas coloniales eran otros tantos jardines” 2

Tres
pares de polainas, 4 id de espuelas de galán, media docena de botones de oro,
una id de plata, 15 perlas finas, 18 campanillas, 3 cruces de Malta y 17
lágrimas de Cristo!
Ocho
centauros, 4 cigarrones, 6 mariposas, 3 pelícanos y 9 conejas.
Aquí
viene lo más gordo! 2 bocas de dragón, 11 rabos de alacrán y 43 barbas de gato!
“¿Y
esto son flores, lector? Quien tales despropósitos advierta por fuerza ha de
exclamar:
Qué mucho que nos
asombre
Del mundo la
falsedad,
Sí también entre las
flores
Todo el año es
carnaval ¡”
1.- Tulio Febres Cordero. Clave histórica de Mérida. Mérida. 2da
edición. Universidad de Los Andes, Vicerrectorado Académico, 2005. P 138.
2.- “La ciudad de los siete nombres”. Obras completas. 2da edición. San
Cristóbal. Banco hipotecario de Occidente, 1991. Tomo VIII. P 238 – 240.
Imágenes: Archivo Fotográfico Biblioteca Nacional-Biblioteca Febres Cordero.
Excelente su aporte al conocimiento de los hechos históricos y anecdóticos de la ciudad de las nieves eternas
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